La degeneración
macular seca asociada a la edad es una enfermedad de la retina incurable que
provoca una mala visión cercana y lejana, una pérdida de visión progresiva e
irreversible.
En las
personas con DMAE avanzada seca, las células sensibles a la luz llamadas
fotorreceptores se deterioran en la mácula, una parte central de la retina
responsable de la visión y la percepción del color. Este daño comienza en
forma de pequeñas manchas que van creciendo hasta convertirse en parches más
grandes. A medida que las células de la mácula mueren, la persona empieza a
perder visión. Las personas con DMAE avanzada seca pueden sufrir una
reducción de su calidad de vida, incluidos varios aspectos de la movilidad y la
independencia.
La
degeneración macular asociada a la edad (DMAE) es la primera causa de pérdida
de visión del mundo occidental en pacientes de más de cincuenta años.
Actualmente, más de 25 millones de personas sufren esta enfermedad en el mundo,
y cada año se añaden alrededor de 500.000 afectados. Existen muchos subtipos de
DMAE, pero básicamente hay dos grandes formas: la húmeda o exudativa, y la seca
o atrófica.
La DMAE seca constituye el 85 % de todos los casos de degeneración
macular asociada a la edad. Aunque su incidencia es mucho mayor y la
discapacidad visual que provoca es muy grave, erróneamente se considera más
benévola que la húmeda, por presentar una evolución lenta a lo largo de los
años.
En este tipo de degeneración macular la pérdida de agudeza visual es más
lenta, lo que proporciona una visión central aparentemente buena.
En el caso de la lectura, aunque el paciente puede ver bien cada una de
las letras de forma independiente, no puede ver la siguiente ni las anteriores.
No es capaz de encadenarlas y, en consecuencia, no puede leer.
Desgraciadamente, actualmente, la DMAE seca, no tiene tratamiento. No obstante, el paciente puede tomar ciertos suplementos
antioxidantes que protegen la mácula, con el objetivo de enlentecer la
evolución de esta enfermedad. Aplicación de la primera terapia génica para la
DMAE seca, en junio de 2021.
La DMAE es una patología
degenerativa que afecta a la mácula, la parte central de la retina que
contribuye a la visión de mayor precisión y detalle sobre los objetos y
personas a nuestro alrededor. Existen dos formas de esta enfermedad. Por
un lado, la DMAE húmeda, neovascular o exudativa, que representa 1-2 casos de cada
10 del total, y se caracteriza por una pérdida severa y rápida de visión
central. Por otro lado, la forma seca, o atrófica, que es la más frecuente, y se
caracteriza por una pérdida progresiva y lenta de visión central.
El nombre de esta
enfermedad ya la define: es una patología degenerativa, es decir, su tendencia
natural es ir empeorando con el transcurso del tiempo; afecta a la mácula, que
es la zona central de la retina, la que nos permite la visión más precisa, la
visión de los detalles; y se asocia a la edad: suele aparecer en personas
mayores de 50 años y su incidencia va aumentando a medida que cumplimos años.
De hecho, la DMAE es la causa más frecuente de pérdida visual severa en
personas con edad superior a 50 años en el mundo occidental. Actualmente en
España se estima que afecta a 700.000 personas
“La forma húmeda se caracteriza por el crecimiento de vasos
anormales debajo o dentro de la retina lo cual puede causar el acúmulo de
líquido o sangre y una perdida brusca de visión. Supone entre un 10 y un 15% de
los casos de DMAE, es más agresiva y, si no se trata, puede llegar a provocar
una perdida visual severa en pocas semanas”, describe la doctora Figueroa. “La
forma seca o atrófica, en cambio, se caracteriza por un adelgazamiento y
deterioro progresivo de la macula, lo cual se acompaña de una pérdida de visión”.
Esta última, la más frecuente, es la que sufre Ignacio. “He ido
perdiendo vista con los años, no ha sido de golpe. Conozco a personas que
tienen la otra forma de DMAE y para ellos fue un shock, porque en
cuestión de nada de tiempo se quedaron casi sin ver”. En esos casos de DMAE
húmeda, el tratamiento es urgente si se quiere evitar que se destruya la visión
central de forma irreversible en un periodo corto de tiempo.
“La forma húmeda se caracteriza por el crecimiento de vasos
anormales debajo o dentro de la retina lo cual puede causar el acúmulo de
líquido o sangre y una perdida brusca de visión. Supone entre un 10 y un 15% de
los casos de DMAE, es más agresiva y, si no se trata, puede llegar a provocar
una perdida visual severa en pocas semanas”, describe la doctora Figueroa. “La
forma seca o atrófica, en cambio, se caracteriza por un adelgazamiento y
deterioro progresivo de la macula, lo cual se acompaña de una pérdida de
visión”.
Esta última, la más frecuente, es la que sufre Ignacio. “He ido
perdiendo vista con los años, no ha sido de golpe. Conozco a personas que
tienen la otra forma de DMAE y para ellos fue un shock, porque en
cuestión de nada de tiempo se quedaron casi sin ver”. En esos casos de DMAE
húmeda, el tratamiento es urgente si se quiere evitar que se destruya la visión
central de forma irreversible en un periodo corto de tiempo.
El objetivo de este tratamiento con
fármacos administrados directamente dentro del ojo es detener la pérdida de
visión y en muchos casos se consigue, además, mejorarla
Afortunadamente, en los últimos años se han producido grandes
avances científicos en el tratamiento de la DMAE húmeda, explica la doctora
Figueroa. “Ha sido así gracias a la introducción de los denominados fármacos
antiangiogénicos que, administrados mediante una inyección dentro el ojo,
inactivan y detienen el crecimiento de estos vasos anormales. El objetivo de
este tratamiento con fármacos administrados directamente dentro del ojo es
detener la pérdida de visión y en muchos casos se consigue, además, mejorarla”.
Pero no se debe olvidar, continúa, que “las inyecciones suelen tener un efecto
temporal, por lo que suelen ser necesarias revisiones e inyecciones
periódicas”.
En cuanto a la DMAE seca, los resultados de eficacia de los
distintos fármacos que se han ido ensayando no han terminado de ser
satisfactorios. “Solo se aconseja la administración de antioxidantes orales
para enlentecer la progresión de la enfermedad”.
Pero hay buenas expectativas: en estos momentos existen diversos
tratamientos en investigación. Entre ellos, la terapia génica, en la que
“gracias a una cirugía se inyecta debajo de la retina el tratamiento que busca
modificar genéticamente las células para detener o reducir el avance de la
enfermedad. Otros tratamientos en estudio se administran mediante inyecciones
intraoculares e incluso de forma oral. Aunque todavía estos estudios están en
las fases iniciales, abren una puerta a la esperanza para el tratamiento de
pacientes que sufren esta enfermedad”.
Cuando aparece, si es la forma seca, cambiar factores dietéticos,
protección luz solar, y toma de suplementos antioxidantes; si es la forma
humeda con membrana neovascular, dependiendo del grado y la agudeza cercana,
inyecciones intravitreas.
OFTALMÓLOGO ESTEPONA
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