Es probable que hayáis escuchado nombrar al síndrome del ojo seco, no en vano es la afección ocular más común en los humanos. En concreto afecta al 20% de la población mundial, es decir, a una de cada cinco personas. En edades avanzadas este porcentaje puede alcanzar cotas del hasta el 75%. Ante estos datos, hoy vamos a arrojar un poco de luz sobre esta dolencia tan común.
El ojo seco es una alteración que ocurre en la superficie de la córnea y la conjuntiva, básicamente por falta de lágrima o, en menor medida, por una mala calidad de ésta. Provoca que la superficie ocular no esté bien lubricada. Por este motivo, se pueden producir una serie de problemas visuales, molestias y lesiones que conviene prevenir.
La causas son muchas y variadas. Entre las más importantes, destacamos las siguientes:
.La edad: con el envejecimiento, las células que generan la lágrima pierden efectividad.
. Forzar los ojos: por ejemplo con lecturas demasiado prolongadas, muchas horas ante pantallas, etc… ya que se reduce el ritmo del parpadeo y la lágrima no se reparte como es debido.
. Los factores ambientales: por ejemplo los aires acondicionados, las calefacciones que resecan el ambiente, el viento, etc…
. Las lentillas: el uso de lentes de contacto no favorece la correcta lubricación del ojo.
. Las hormonas: esta causa es eminentemente para mujeres, ya que ante cambios hormonales (anticonceptivos, embarazo, menopausia…), se producen cambios en la segregación de lágrimas.
Los grupos de riesgo son fundamentalmente dos: las personas mayores y las mujeres en fases de cambio hormonal. La detección precoz de la dolencia es clave para su tratamiento antes de que se presenten patologías derivadas. Por tanto, la mejor vía para la prevención es acudir periódicamente al oftalmólogo.
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