Degeneración macular asociada a la edad (DMAE) exudativa:
neovascularización tipo 1 (NV1)
La Degeneración
Macular asociada a la edad (DMAE) es una enfermedad progresiva que afecta
principalmente a personas mayores de 50 años con factores de riesgo o
predisposición genética. Es la principal causa de ceguera legal en pacientes
mayores de 55 años en el mundo occidental. Se considera una enfermedad
gravemente invalidante ya que afecta a la mácula, principal área de visión de
la retina, con pérdida de agudeza visual central, produciendo una gran
afectación de la calidad de vida de los pacientes a nivel personal, familiar,
social y laboral.
La DMAE presenta
una fisiopatología multifactorial, y su prevalencia aumenta con la edad
llegando al 30% en pacientes por encima de los 85 años de edad.
La clasificación de
esta enfermedad ha variado mucho con el paso del tiempo y con la aparición de
las nuevas formas de diagnóstico por imagen en la oftalmología.
En 2013 Ferris et
al propusieron una clasificación basada en criterios clínicos: DMAE precoz,
DMAE intermedia y DMAE avanzada.
La Degeneración
Macular asociada a la edad (DMAE) precoz se describe con la presencia de drusas
intermedias (63 -125 micras) sin alteraciones pigmentarias. La DMAE intermedia
presenta drusas grandes (por encima de 125 micras) y/o alteraciones
pigmentarias, y por último la DMAE avanzada incluye la atrofia geográfica y/o
la neovascularización o DMAE exudativa.
La Degeneración
Macular asociada a la edad (DMAE) exudativa se trata de una de las principales
causas de ceguera en los países desarrollados y su prevalencia está alrededor
del 3%, sin embargo, este porcentaje se encuentra en aumento debido a la mayor
esperanza de vida de la población.
Actualmente, según
los métodos de diagnóstico por imagen se utiliza en la consulta la
clasificación de Freund basada en criterios tomográficos de la neovascularización
(NV), y su relación con el epitelio pigmentario de la retina (EPR).
Neovascularización
tipo 1 (NV1): La neovascularización se encuentra por debajo del epitelio
pigmentario de la retina (EPR), en el espacio comprendido entre la membrana de
Bruch (MB) y el epitelio pigmentario de la retina.
Neovascularización
tipo 2 (NV2): La neovascularización se encuentra por encima del epitelio
pigmentario de la retina. Erosiona y atraviesa el epitelio pigmentario de la
retina, situándose en el espacio subretiniano.
Neovascularización
tipo 3 (NV3) o proliferación angiomatosa retiniana (RAP): se origina por
encima el epitelio pigmentario de la retina, a nivel de la retina
neurosensorial. Posteriormente crece en forma horizontal y vertical hacia el
epitelio pigmentario de la retina.
Neovascularización
mixta: en numerosas ocasiones nos encontraremos con patrones
mixtos.
Probablemente se trata de complejos neovasculares de tipo 1 que con el tiempo
han atravesado el
epitelio pigmentario de la retina dando lugar a los dos tipos de
neovascularización en el mismo paciente.
En este artículo
vamos a desarrollar la definición, diagnóstico y tratamiento de la
neovascularización tipo 1 (NV1) ya que se trata de la neovascularización más
frecuente en la población.
La neovascularización
tipo 1 se define como una proliferación fibrovascular producida desde la
coroides y localizada en el espacio comprendido entre el Epitelio Pigmentario
de la Retina (EPR) y la membrana de Bruch (MB).
La fisiopatología
de la neovascularización tipo 1 se describe cómo un proceso de larga evolución
que desarrolla una respuesta compensatoria a una isquemia en el área macular.
Esta región exige una alta demanda metabólica, que junto a la predisposición
genética de determinados pacientes a sufrir los efectos del estrés oxidativo y
la inflamación, lleva al desarrollo de una disfunción de la barrera
hematorretiniana externa que permite la ruptura de la membrana de Bruch y el
crecimiento de neovasos de la coriocapilar al espacio sub EPR.
Con el crecimiento
y la expansión de los neovasos también se produce una remodelación o maduración
de la membrana que hará que a largo plazo se puedan volver resistentes al
tratamiento intravítreo.
La
neovascularización tipo 1 presenta un buen pronóstico visual, ya que suele
cursar de forma lenta, y generalmente se pueden mantener una buena agudeza
visual con un régimen de tratamiento treat and extend (T&E) convencional.
Sus principales complicaciones son: la ruptura del epitelio pigmentario de la
retina y las hemorragias retinianas.
La
neovascularización tipo 1 se describe en pacientes con diagnóstico de
Degeneración Macular asociada a la edad (DMAE) y edad avanzada que pueden
presentar en la exploración de fondo de ojo signos degenerativos relacionados
con la DMAE (drusas, alteraciones pigmentarias, o parches de atrofia
geográfica).
No obstante, en
ocasiones pueden debutar con desprendimientos serohemorrágicos del epitelio
pigmentario de la retina, en cuyo caso es difícil el diagnóstico diferencial
con la neovascularización tipo 1 aneurismática (anteriormente denominada
«Vasculopatía Coroidea Polipoidea»).
La OCT es método
diagnóstico de elección, además de ayudarnos al seguimiento y evolución de la
actividad de la neovascularización tipo 1 (NV1).
Los hallazgos más
característicos de esta lesión son: desprendimientos del EPR (DEPs), fluido
retiniano y afectación de la retina externa.
Los
desprendimientos del epitelio pigmentario (DEP) se describen como separaciones
del epitelio pigmentario de la retina de su membrana basal (Membrana de Bruch).
Por ello son una condición indispensable para el diagnóstico de la
neovascularización tipo 1 (NV1), ya que esta lesión se localiza entre la
membrana de Bruch y el epitelio pigmentario de la retina.
Según el material
del que estén formados, se pueden clasificar en diferentes tipos. Drusenoides
si son la coalescencias de drusas blandas, serosos cuando el contenido es
fluido por fuga vascular o hiperpermeabilidad coroidea, fibrovasculares por
asociación a tejido fibrótico o neovascular, hemorrágicos cuando el contenido
es sangre, o conceptos nuevos como el SIRE por sus siglas en inglés Shallow
irregular RPE elevation, o también denominado desprendimiento del epitelio
pigmentario aplanado o signo de la doble capa.
Los
desprendimientos del epitelio pigmentario fibrovasculares son los que más se
asocian a neovascularización tipo 1, con fuga de fluido. Los serosos pueden
asociarse también a neovascularización tipo 1. Las muescas en los
desprendimientos del epitelio pigmentario serosos nos deben hacer sospechar de
una neovascularización subyacente, y en concreto de una neovascularización tipo
1 si la muesca está en la periferia del desprendimiento del epitelio
pigmentario.
Los
desprendimientos del epitelio pigmentario hemorrágicos se pueden ver en
membranas maculares tipo 1 complicadas o evolucionadas.
El signo de la
doble capa o desprendimiento del epitelio pigmentario irregular aplanado, es un
signo muy sugestivo de presencia de neovascularización tipo 1 inactiva o
quiescente.
El SIRE implica,
como cualquier DEP, la separación del epitelio pigmentario de la retina de la
membrana de Bruch, pero va a ser una separación leve y plana, con un contenido
de reflectividad media en la tomografía de coherencia óptica (OCT) compatible
con un componente fibrovascular.
En relación con el
fluido retiniano debemos destacar que su presencia en la tomografía de
coherencia óptica indica actividad en la mayor parte de los casos.
Podemos
encontrarnos con:
Fluido subretiniano
(FSR) o desprendimiento neurosensorial (DNS), que es el más característico de
la neovascularización tipo 1, con contenido hiporreflectivo por encima del
epitelio pigmentario de la retina. Hay que recordar que el epitelio pigmentario
de la retina es una bomba activa que compartimentaliza las estructuras
retinocoroideas. Cuando existe un aumento de la presión hidrostática dentro del
desprendimiento del epitelio pigmentario, el funcionamiento del epitelio
pigmentario de la retina puede ser insuficiente y se acumula bajo la retina en
forma de exudación (FSR).
Fluido
intrarretiniano exudativo (FIRE) que se distingue como una formación redondeada
hiporreflectiva en capas nucleares externas o internas, e indica mal pronóstico
y mayor actividad de la lesión así como un fallo estructural mayor. Se asocia a
un aumento del VEGF y ruptura de la membrana limitante externa.
Fluido
intrarretiniano degenerativo (FIRD): similar a la forma exudativa, pero en este
caso implica un daño neuro retiniano secundario a una enfermedad de larga
duración. Se origina sobre zonas incompetentes de epitelio pigmentario de la
retina, como parches de atrofia geográfica o zonas de fibrosis. No describe por
lo tanto actividad neovascular, y no precisa tratamiento con anti-VEGF.
Por último, la
tomografía de coherencia óptica nos ayuda a distinguir la afectación de la
retina externa. Inicialmente en la neovascularización tipo 1 (NV1) no aparece
dañada, y suele presentarse desplazada hacia superior por el FSR presente. Con
la evolución de la enfermedad la retina externa puede terminar afectándose con
presencia de parches de atrofia geográfica del epitelio pigmentario de la retina
y neovascularización que crece por encima del EPR incompetente.
Para el diagnóstico
de la neovascularización tipo 1 (NV1) también podemos apoyarnos en otras
pruebas complementarias como son las angiografías, que nos ayudarán a
contrastar la presencia de neovascularización por debajo del epitelio
pigmentario de la retina en casos de duda.
La Angiografía con
fluoresceína (AGF) muestra una imagen con hiperfluorescencia parcheada que
difunde en tiempos tardíos. Sin embargo, no es capaz de mostrarnos los tejidos
por debajo del epitelio pigmentario de la retina, por lo que no nos ayuda al
diagnóstico de la neovascularización tipo 1 (NV1).
La angiografía con
verde de indocianina (AVI) sí que permite visualizar las estructuras por debajo
del epitelio pigmentario de la retina. Por tanto, podemos visualizar la trama
vascular de la NV1 desde tiempos iniciales y sin difusión hasta tiempos
tardíos.
La OCT-a es de gran
utilidad, dado que nos permite visualizar la neovascularización de forma no
invasiva. Se puede utilizar tanto en modo B-scan como en face.
Respecto a la
actividad de esta membrana, debemos destacar que el hallazgo más frecuente y
característico es la presencia de fluido subretiniano (FSR), que suele ser
asintomático, pero si no se trata de forma adecuada puede aumentar y producir
afectación sintomática de la visión.
La
neovascularización tipo 1 (NV1) también puede acabar convirtiéndose en una NV2
o en una membrana mixta a lo largo de su evolución si el tejido neovascular
penetra y atraviesa el EPR. Esto produciría una gran afectación de la agudeza
visual con daño de los fotorreceptores, presencia de FIR y material
hiperreflectivo por encima del EPR en la OCT.
Entre las
complicaciones de esta patología estaría la ruptura del EPR, la hemorragia
subretiniana y la presencia de fluido subretiniano persistente.
La ruptura del
epitelio pigmentario de la retina es más frecuente en NV1 y en el RAP.Las NV1
se sitúan más periféricamente en el DEP en relación por ejemplo a las NV3. Por
lo tanto, la tracción va a ser más focal, en ángulo agudo y tangencial,
facilitando su rotura. Los DEPs de mayor riesgo de rotura son aquellos con
altura mayor a 400 micras o con un anillo hiperfluorescente en el borde, ya que
indica cambios fibróticos que favorezcan la tracción. El riesgo aumenta durante
dosis de carca con antiangiogénicos, que es cuando se produce el cambio más
brusco y en los desprendimientos del epitelio pigmentario más jóvenes (por ser
más inmaduros y responder mejor a los antiVEGF).
El fluido
subretiniano (FSR) persistente es otra de las complicaciones típicas de las
neovascularización tipo 1 (NV1). No se ha llegado a un acuerdo acerca de si
estos pacientes tienen una neovascularización activa no respondedora a
antiVEGF, si es debido a fenómenos relacionados con enfermedades del espectro
paquicoroideo o si es una función subóptima del epitelio pigmentario de la
retina, sin indicar clara actividad de la membrana.
Por último, las
hemorragias subretinianas son las complicaciones más graves de la NV1 y se
producen de forma espontánea.
Respecto al
tratamiento de la NV1, hablaremos de la terapia en pacientes naive y la terapia
en pacientes que presentan una NV1 recidivante.
En pacientes con
NV1 naive que no presentan actividad o exudación se aconseja observación
estrecha cada 3-4 meses sin tratamiento si no hay presencia de fluido
subretiniano (FSR) y/o FIR.
En los pacientes
con NV1 naive que presentan actividad con FSR y/o FIR se recomienda realizar
una terapia de Treat and Extend con antiangiogénicos intravítreos. Se debe
mantener el régimen mensual de inyecciones intravítreas mientras vaya mejorando
la agudeza visual o se mantenga el FIR. Cuando se consiga estabilidad a nivel
funcional y anatómico se busca extender la terapia antigiogénica hasta
encontrar un periodo de inyección máximo que nos permita mantener la
neovascularización tipo 1 sin reactivaciones. Si se obtiene un régimen cada 16
semanas con estabilidad clínica y anatómica durante dos revisiones seguidas
podemos valorar pasar a la observación.
En el tratamiento
de las NV1 recidivantes, si presentan un aumento sintomático de fluido
subretiniano (FSR) se recomienda volver a la última pauta de extensión de
inyecciones intravítreas tolerada, manteniéndolo si es posible durante un ciclo
de 3 intravítreas.
Si nos encontramos
ante la aparición de fluido subretiniano hiperreflectivo, debemos tratar de
manera mensual hasta su desaparición. Este material hiperreflectivo puede
corresponderse con una neovascularización mixta o con exudación de tipo
fibrinoide. La OCTa puede ayudar a diferenciarlos.
Sin embargo, en el
caso de presentar aumento de FIR se prefiere volver a comenzar una pauta de
treat and extend con una dosis de carga inicial mensual.
En relación con el
pronóstico de los pacientes con NV1, en un estudio realizado por “Mrejen S, et
al” donde se analiza el resultado visual final a largo plazo en paciente con
DMAE neovascular en tratamiento con antiangiogénicos, se concluyó que los
pacientes con NV1 obtuvieron un mejor resultado visual final y recibieron un
mayor número de inyecciones intravítreas respecto al resto de membranas
neovasculares. Los pacientes con NV2 y NV3 son más propensos a desarrollar
atrofia geográfica y fibrosis, y presentar peor respuesta a la terapia
antiangiogénica que los pacientes con NV1.
Por lo tanto, hay
que destacar que las NV1 mantienen buenas agudezas visuales a largo plazo, necesitan
mayor número de inyecciones intravítreas en comparación con otros tipos de
membranas neovasculares, pero presentan menor riesgo de progresar hacia una
atrofia geográfica.
La degeneración
macular asociada a la edad (DMAE) exudativa es una de las principales causas de
ceguera en los países desarrollados.
La tomografía de
coherencia óptica, ha permitido una clasificación de la DMAE exudativa en
función de la localización de la neovascularización y su relación con el
epitelio pigmentario de la retina.
Así la
Neovascularización tipo 1 se define como un crecimiento neovascular procedente
de la coriocapilar que se desarrolla debajo del epitelio pigmentario de la
retina.
La
neovascularización tipo 1 (NV1) es la neovascularización más frecuente, con
mejor pronóstico visual, menor riesgo de desarrollar atrofia geográfica y buena
respuesta al tratamiento intravítreo. Por ello es importante reconocer sus
características tomográficas y clínicas para poder diagnosticarla y tratarla de
forma correcta.
Es una situación muy
clara; y en función de la zona del conflicto, poner mas o menos intravitreas. Y
también es cierto, saber cuando hay que dejar de poner IV.
OFTAMÓLOGO ESTEPONA
Comentarios
Publicar un comentario