Las enfermedades de la
superficie ocular y el glaucoma
La prevalencia y los factores
de riesgo para la enfermedad de la superficie ocular abarca a los pacientes
tratados para el glaucoma o la hipertensión ocular.
Determinar la prevalencia de
las enfermedades de la superficie ocular e identificar los factores de riesgo
en una población de pacientes que recibieron gotas antiglaucomatosos a largo
plazo, es parte del día a día en consulta, pues es muy sintomático la molestia
de la que se quejan estos pacientes.
Se realizó un estudio
observacional transversal diseñado para investigar los signos y síntomas que
observamos en la alteración de la superficie ocular mediante sencillas
herramientas clínicas. Se valoró mediante una puntuación el grado e intensidad de
las molestias y signos vistos, y se calculó sobre la base de 10 preguntas relacionadas
con la superficie ocular, con una escala de 4 grados. Los pacientes se
clasificaron en 3 grupos (A, B, y C) de acuerdo con esta puntuación total. Una
regresión logística multinomial se realizó con el fin de identificar factores
de riesgo para esta enfermedad de la superficie oftálmica.
La población total fue de 516
pacientes, el 49% pertenecían al grupo A, 30% para el grupo B, y el 21% en el
grupo C. El análisis multivariado mostró que los siguientes factores se
correlacionaron con la severidad de la enfermedad de la superficie ocular: edad
del paciente, el número de de gotas oculares diarias, últimos cambios en el tratamiento
tópico por la intolerancia ocular (que se encuentra en la historia de 40% de
los pacientes), la presión intraocular (resultó ser significativamente mayor en
los pacientes con enfermedad más grave superficie ocular), y la severidad del
glaucoma.
Los pacientes tratados por glaucoma
de ángulo abierto, glaucoma o hipertensión ocular, con frecuencia tienen
enfermedades de la superficie ocular, más a menudo y más gravemente en los
pacientes ancianos que reciben más medicamentos además de los colirios para el
glaucoma. Estos valores de alta prevalencia, podrían tener consecuencias sobre
la carga de la enfermedad en términos de adherencia al tratamiento y la calidad
de vida.
Ya se ha abierto la vía para
el uso de gotas sin conservantes, y el uso de carbomeros o similares. Si bien
la población es consciente que las gotas para su glaucoma “no pueden faltar”, a
veces su intolerancia aboca a reducir su uso, con perjuicio para los nervios ópticos.
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