He escuchado que
el glaucoma es provocado por la presión ocular elevada y que el glaucoma sin
tratar puede provocar ceguera. ¿Con qué presión me quedaré ciego?
El glaucoma es
una enfermedad ocular compleja que involucra múltiples factores y presenta
características específicas, como daño del nervio óptico y pérdida del campo
visual. Si bien el aumento de presión dentro del ojo (llamada presión
intraocular o PIO) generalmente está presente, los
pacientes con PIO dentro del rango normal también pueden
desarrollar glaucoma.
No existe un
nivel específico de presión ocular elevada que indefectiblemente lleve a
desarrollar glaucoma; a la inversa, no existe un nivel inferior de PIO que
elimine de manera absoluta el riesgo que tiene una persona de presentar
glaucoma. Es por ello que el diagnóstico y el tratamiento tempranos del
glaucoma son la clave para prevenir la pérdida de la visión.
Medición de la
presión ocular
La presión ocular
se mide en milímetros de mercurio (mm Hg). La presión ocular normal varía entre
12 y 22 mm Hg, y la presión ocular que supere los 22 mm Hg se considera
superior a la normal. Cuando la PIO es superior a los valores normales pero la
persona no muestra signos de glaucoma, esto se denomina hipertensión ocular.
La presión ocular
elevada por sí sola no provoca glaucoma. Sin embargo, es un importante factor
de riesgo. Los individuos que hayan recibido un diagnóstico de presión ocular
elevada deben someterse a exámenes oculares integrales y periódicos realizados
por un oftalmólogo profesional a fin de controlar la presencia de signos que
indiquen la aparición de glaucoma.
PIO elevada
Anteriormente,
los oftalmólogos profesionales solían referirse a una persona con PIO elevada
como con sospecha de glaucoma debido a la preocupación de que la presión ocular
elevada pudiera causar glaucoma. Sin embargo, el término sospecha de glaucoma
suele reservarse en la actualidad para describir a un individuo que presente un
hallazgo que, potencialmente, podría indicar glaucoma ahora o en el futuro. Por
ejemplo, la presión intraocular elevada o un nervio óptico sospechoso, o
inclusive sólidos antecedentes familiares, podrían ubicar a una persona en la
categoría de sospecha de glaucoma.
En la mayoría de
los casos, la pérdida de la visión generalmente ocurre cuando la presión ocular
es demasiado elevada para el individuo en particular y se daña el nervio
óptico. Todo daño que se produzca no podrá revertirse. En ojos con glaucoma, la
visión periférica (lateral) es lo primero que se ve afectado. Los cambios en la
visión pueden ser tan graduales que no se advierten hasta que ya se haya
producido una gran pérdida.
Con el tiempo, si
no se trata el glaucoma, la visión central también disminuirá y luego se
perderá; este es el modo en que se advierte con mayor frecuencia la ceguera
debido al glaucoma. La buena noticia es que es posible controlar el glaucoma si
se detecta de manera temprana. Además, con tratamiento médico y/o quirúrgico,
la mayoría de las personas con glaucoma no perderán su visión.
Si usted presenta
un riesgo elevado
Si usted presenta
un riesgo elevado de desarrollar glaucoma, debe realizarse un examen ocular
completo todos los años o cada dos años después de los 35 años. Si recibe un
diagnóstico de glaucoma, es importante que trabaje con su oftalmólogo y siga
cuidadosamente el tratamiento que se le indique. Los medicamentos para el
glaucoma funcionarán solo si los toma exactamente del modo recomendado por su
médico, por lo que es importante que siga su régimen de medicación atentamente.
Hoy en día, para un buen diagnóstico, (y un acertado tratamiento ulterior) es preciso la tensión ocular modulada con una paquimetría, y una acertada HRT y/o GDX (que son pruebas para determinar la anatomía de la papila, y valorar su daño), junto con una campimetría y una tomografia de CFNR y células ganglionares. Todo ello, nos aportará en que situación estamos ( glaucoma incipiente, moderado o grave-terminal), y así tratar con más o menos medios .
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