La alergia
ocular, también llamada conjuntivitis alérgica, se produce cuando algo a lo que
usted es alérgico irrita la conjuntiva, una delicada membrana que cubre el ojo
y la parte interior del párpado.
Como todas las alergias, la
conjuntivitis alérgica comienza cuando el sistema inmunológico identifica como
alérgeno una sustancia que, en otras circunstancias, sería inofensiva. Esto
hace que su sistema inmunológico sobrerreaccione y produzca anticuerpos llamados Immunoglobulina (IgE). Estos anticuerpos viajan a las
células que liberan químicos, lo que causa una reacción alérgica. En este caso,
las reacciones alérgicas pueden producir ojos llorosos, con picazón, con dolor,
enrojecidos o inflamados.
Las causas más comunes de
conjuntivitis alérgica son los alérgenos estacionales, como el polen y las
esporas de moho. Quienes padecen de rinitis alérgica (fiebre de heno)
normalmente observan que sus síntomas empeoran cuando salen en días de niveles
elevados de polen.
Los alérgenos de interior, como
ácaros de polvo y caspa animal, también pueden producir alergias a lo largo de
todo el año. Si padece de este tipo de alergia, puede notar que sus síntomas
empeoran mientras realiza ciertas actividades como limpiar su casa o peinar a
su mascota.
Los síntomas de alergia ocular
pueden ser muy molestos. Sin embargo, es poco lo que amenazan a la visión,
fuera de una visión nublada temporaria. A diferencia de afecciones como la
conjuntivitis, la conjuntivitis alérgica no es contagiosa.
Sin embargo, el enrojecimiento,
picazón, hinchazón de los ojos pueden ser causados también por infecciones y
otras afecciones que pueden amenazar la vista.
A veces encontramos mucha similitud entre un ojo seco y
una alergia.
En los
pacientes con ojo seco las principales manifestaciones son sensación de cuerpo
extraño, ardor y prurito. En ocasiones pueden referir enrojecimiento ocular,
fotosensibilidad y escasa secreción filamentosa. Estos últimos síntomas
generalmente se presentan en casos muy severos. Muchos de estos síntomas
también pueden ser una manifestación de conjuntivitis alérgica, sin embargo los
pacientes con ojo seco suelen ser de mayor edad — 5ª/6ª década — en su mayoría
mujeres en las que se inician alteraciones del ciclo de las hormonas sexuales.
Algunas enfermedades del tejido conectivo, como la artritis reumatoide, son
causa común de ojo seco en este mismo grupo etéreo, por lo que debe siempre
descartarse esta asociación.
Por otro lado debemos recordar que algunos medicamentos
pueden causar deficiencias en la producción de lágrima, entre los más
frecuentemente utilizados están los antidepresivos, por lo que debemos
interrogar al paciente acerca de tratamiento médico coexistente, sobre todo si
se trata de mujeres jóvenes y de hombres.
En años recientes se ha descrito el síndrome del “edificio
enfermo,” el cual se relaciona con la falta de iluminación y ventilación
naturales en muchos de los edificios en los que trabajamos. Ello implica el uso
constante de aire acondicionado o calefacción que pueden provocar o empeorar
los casos de ojo seco, y si a ello le añadimos el uso generalizado de
computadoras y la prolongación del tiempo entre el parpadeo, que se ha
observado en sus usuarios, se adiciona un elemento más que afecta la
estabilidad de la película lagrimal.
Los casos de alergia ocular pueden presentarse a cualquier
edad, aunque generalmente son más frecuentes en niños y jóvenes, la
presentación suele ser más aguda, acompañada de lagrimeo y secreción de
material hialino abundantes, además el paciente refiere fotosensibilidad
importante y prurito severo.
Aunque pareciera
que ambas entidades tienen presentaciones muy diferentes, en la práctica diaria
continuamos encontrando pacientes que han sido tratados durante periodos
prolongados como casos de conjuntivitis alérgica, sin éxito alguno. La medición
del tiempo de ruptura de película lagrimal, las pruebas de Schirmer I y II, la
tinción con Rosa de Bengala y un frotis de secreción conjuntival (buscando
eosinófilos), deben ayudar a solucionar el dilema diagnóstico.
Desde el punto de vista epi-demiológico, el rango de edad
predominante de la alergia ocular es la infancia, mientras que en el ojo seco
hay una predominancia en las mujeres mayores de 40 años.
En relación a los síntomas, en el ojo seco predominan el
ardor, el escozor y la sensación de cuerpo extraño, que se exacerban en
actividades que exigen fijación visual prolongada, exposición al viento, aire
acondicionado etc. En la alergia el síntoma más importante es el prurito el
cual puede empeorar cuando hay exposición a determinados alérgenos. El ojo seco
puede presentarse con prurito, pero de intensidad leve y en frecuencia menor en
comparación con la alergia.
En cuanto a los signos, en el ojo seco encontramos una
disminución de la película lagrimal, con aumento de detritos, moco y queratitis
punteada secundaria localizada en la región interpalpebral. La conjuntiva se
encuentra hiperémica pero sin reacción exagerada de folículos o papilas. En la
alergia hay una reacción papilar que, dependiendo del tipo, puede comprometer
tanto la conjuntiva tarsal como el limbo. La córnea también puede presentar
queratitis punteada pero esa tiende a ser más gruesa y a estar localizada en el
tercio superior de la córnea. Los pacientes con alergia pueden presentar una
úlcera en escudo, frecuentemente localizada en el tercio superior de la córnea.
Desde el punto de vista del laboratorio, el frotis
conjuntival en ojo seco puede revelar aumento de las células caliciformes y colonización
por bacterias saprofitas como Corynebacterium xerosis. En la alergia
encontramos predominio de eosinófilos que, dependiendo del tipo de
conjuntivitis alérgica, pueden estar íntegros o con gránulos libres.
Es importante aclarar que la alergia ocular puede
evolucionar con ojo seco debido al compromiso inflamatorio crónico de la
conjuntiva. En estos casos los síntomas y signos de la alergia y el ojo seco
pueden confundirse.
Las alergias oculares y la sequedad ocular constituyen los
motivos más frecuentes de consulta entre las patologías de la superficie del
ojo. Son trastornos crónicos que incluso pueden estar presentes simultáneamente
en el mismo paciente, planteando de uno u otro modo dificultades en el
diagnóstico diferencial.
Las alergias oculares, que corresponden a trastornos
inmunológicos de hipersensibilidad. Aunque son más frecuentes en la niñez y
adolescencia, algunas formas como las queratoconjuntivitis atópicas son propias
de la adultez.
En general, el ojo seco suele presentarse en personas
adultas respondiendo casi siempre a patologías oculares o sistémicas, a la edad
o a la medicación habitual, que provocan disminución de la secreción lagrimal,
alteración de la regularidad de la superficie córneo-conjuntival y/o disfunción
meibomiana. El ojo seco en personas jóvenes está asociado al uso intensivo de
lentes de contacto, exposición ambiental prolongada y exceso de fijación o atención
visual, todo esto conduce a un aumento de la evaporación lagrimal.
El escozor o prurito constituye el principal síntoma de la
alergia ocular mientras que el ardor lo es para el ojo seco.
Otros síntomas de las alergias oculares son lagrimeo, ojo
rojo, secreción mucosa, edema palpebral, ardor y fotofobia. Las conjuntivitis
alérgicas suelen acompañarse de rinitis u otras manifestaciones de
hipersensibilidad inmediata como bronquitis o dermatitis.
Además del ardor; la sequedad ocular suele presentarse con
sensación de cuerpo extraño, ojo rojo, visión fluctuante, sensación de ojo
seco, aspecto triste de la mirada, parpadeo más frecuente y conciente y, a
veces, lagrimeo (lagrimeo reflejo). El ardor y la sensación de cuerpo extraño
suelen percibirse en casi todo momento y suelen calmar al cerrar los ojos.
Aumentan al fijar la visión, con la exposición al humo del cigarrillo, en
ambientes artificialmente climatizados y ante la exposición a corrientes de
aire.
Aunque
pueden provocar sintomatología parecido, desde un punto de vista clínico, los
signos son distintos y la historia clínica también.
OFTALMOLOGO
ESTEPONA
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