La Medicina humanizada: ¿marketing o
necesidad?
La idea de humanizar la
asistencia sanitaria, humanizar la medicina, es repetida en el día a día de la
asistencia sanitaria. Es una necesidad que ha traspasado las conversaciones,
las publicaciones y los congresos, para convertirse en una prioridad en las
políticas sanitarias. Y si se habla tanto de esta necesidad de humanizar será
porque se considera que la medicina está deshumanizada. ¿En qué consiste esta
deshumanización? Para concretar habría que ver si los planes actuales sobre
humanización sirven realmente para humanizar esta profesión.
La necesidad de humanizar se deriva de la observación de
cierta deshumanización en el ejercicio médico.. Esta necesidad está presente
desde el nacimiento de nuestro actual sistema sanitario, que podríamos
bautizarlo con la Ley General de Sanidad de 1986. En los comienzos de los años
1980, el organismo encargado de la gestión y organización sanitaria en España
era el INSALUD (Instituto Nacional de la Salud), entidad pública que perdió
casi todas sus competencias y contenidos con la transferencia de la sanidad a
las Comunidades Autónomas. Cuando el INSALUD ostentaba todo el poder y estaba
en pleno vigor, desarrolló en 1984 un “Plan de Humanización de la Asistencia
Hospitalaria. Los fundamentos (los problemas) y las posibles soluciones son muy
parecidos a las que plantean los nuevos planes, que parece que han descubierto
la pólvora cuando, en realidad, el problema viene de lejos.
¿Qué es exactamente la deshumanización de la medicina?
Según el Diccionario de la Real Academia Española, humanizar es "hacer
humano, familiar y afable a alguien o algo". La RAE también facilita otra
acepción, "ablandarse, desenojarse, hacerse benigno". Según estas
definiciones humanizar es ablandarse, hacerse familiar y afable. En medicina
consistiría en ser amable, cortés y educado. Desde luego, para esto no hacen
falta planes políticos con direcciones generales detrás. Bastaría con una buena
educación, concretamente en las casas y hogares españoles, que es donde se debe
aprender civismo y educación. Si humanizar es sencillamente ser amable y
cortés, con esos mimbres no se puede hacer un gran cesto.
También podemos entender la humanización en un sentido más
profundo. Humanizar sería, tal y como literalmente dice la palabra, hacer
humano. Ser humano, vivir la vida humana, es mucho más que amabilidad. Ortega y
Gasset señalaba que somos seres biográficos, históricos, no solo biológicos,
con un contexto que llamaba circunstancialidad (el “yo” co-existiendo). Ortega
decía que el ser humano desarrolla, en base a todo ello, un proyecto personal
intransferible del que es responsable. Si el ser humano es un proyecto, hacer
la medicina más humana es permitir que los seres humanos que la constituyen,
pacientes y profesionales, desarrollen su proyecto personal en lo referente a
la salud. Para facilitar el desarrollo del proyecto personal de los que habitan
la medicina, debemos saber qué quieren. La respuesta es muy sencilla: el
paciente quiere ser bien atendido y el profesional dar una buena atención.
Coincidencia plena.
La mayor parte de los planes de humanización, desde el del
extinguido INSALUD hasta los más recientes, suelen hablar de lo mismo. El
diagnóstico es similar y suele ser acertado. Muchas características de la
medicina actual alejan al ser humano de lo que quiere en términos de salud, una
buena atención. Entre otros, los impedimentos para una correcta atención son la
excesiva tecnificación (incluido el lenguaje), interponiéndose la técnica entre
el profesional y el enfermo, la burocratización del sistema sanitario, lleno de
barreras y de impedimentos que, junto a la rigidez de las organizaciones,
produce serias dificultades para acceder a los recursos, sobre todo para los
más frágiles, falta de habilidades en los profesionales para una correcta
comunicación, excesivas expectativas sobre el sistema sanitario, falta de
coordinación entre profesionales, servicios e instituciones,…
El diagnóstico es correcto, pero ¿y el tratamiento? Muchas
Comunidades han desarrollado planes específicos, como Valencia, Extremadura o
Madrid, donde llevan el nombre de Plan de Humanización. Otras Comunidades han
escogido otro término, como el “Plan Dignifica” de Castilla-La Mancha, o lo
incluyen dentro de su plan general sobre políticas de salud, como sucede en
Cataluña o en el País Vasco. En todos los proyectos se habla de centrar la
atención en las personas de forma individualizada (incluyendo sus necesidades
sociales), de cuidar el trato, de asegurar su continuum asistencial,
de dejar decidir a los ciudadanos, potenciando la toma compartida de
decisiones, etcétera. Se exponen además planes para Atención Primaria, así como
para servicios hospitalarios como pediatría, urgencias o cuidados intensivos.
La respuesta que se plantea con estas iniciativas consiste
muchas más veces en actitudes que en recursos o cambios estructurales.
Humanizar la medicina no es (solo) ser amables, simpáticos y educados. Sin
negar la importancia de las actitudes, hay que señalar que para humanizar la
medicina lo más importante es tener tiempo, recursos materiales y recursos
humanos para poder atender adecuadamente a los pacientes. Con tiempo y recursos
es más fácil escuchar a los enfermos, dejarles decidir, y los profesionales
pueden tener además un proyecto de desarrollo profesional.
Educar actitudes depende de la familia, la escuela y la
universidad, mientras que aportar recursos y mejorar las estructuras depende de
los gestores. ¿Que además se debe atender con educación y amabilidad? Por
supuesto, y no solo los sanitarios, sino cualquier profesional que trabaja con
personas. Pero desviar la atención sobre el problema a una mera cuestión de
actitud, es echar balones fuera; es convertir una verdadera necesidad en
mero marketing. Si hay recursos y la estructura lo permite, es mucho más fácil
para el profesional ser amable.
Pensamos que es más sencillo que todo esto. Tratar al paciente es escucharle su problema, asumirlo en cierta medida, entenderle con ello, poner buena cara y asumir con gestos ciertos que su problema es casi nuestro; y luego viene nuestro saber médico para acercar en el diagnóstico. Lo segundo no humaniza sin lo primero. Es usar todas las virtudes humanas que tenemos con nuestro paciente ( fortaleza, sinceridad, diligencia, laboriosidad, orden, valentía, prudencia, temple, humildad, ...)
La medicina "del seguro " es todo menos eso. Somos meros números de un funcionario. En la medicina privada sí intentamos ver buenos médicos, humanizando el trato, usamos el tiempo nuestro y del paciente, para entablar una conversación llena de confianza y veracidad. Es un trabajo que cuesta, pero así lo entendemos. es muy difícil humanizar un trabajo sin virtudes, y éstas hay que trabajarlas y vivirlas.
No es fácil, pero el fin merece el esfuerzo.
OFTALMÓLOGO ESTEPONA
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