Evaluación de la eficacia de la erradicación de la infección con
H. Pylori para pacientes con coriorretinopatía serosa central aguda.
La coriorretinopatía
serosa central se caracteriza por el desprendimiento neurosensorial seroso
localizado de la mácula con uno o más puntos de filtración a nivel del epitelio
pigmentario retiniano. Aunque la mayoría de los casos se resuelven espontáneamente,
el índice de recurrencia es entre 20 y 50% y 5-10% de los casos se vuelven
crónicos, durando seis meses o más. Las complicaciones de dicha patología
(distrofia retiniana secundaria, atrofia del epitelio pigmentario difusa,
neovascularización coroidal subretiniana, degeneración macular cistoidea y
fibrosis subretiniana) conducen a una patología permanente en la visión.
Hoy en
día está comprobado el rol del Helicobacter pylori
(H. pylori) en la patogénesis de patologías vasculares
extra-digestivas: ateroesclerosis, isquemia cardíaca, ataque isquémico, púrpura
trombocitopénica idiopática, anemia.
H. pylori es una
bacteria Gram-negativa presente en 25% de los seres humanos. La correlación
entre la coriorretinopatía serosa central y la infección por H. pylori ha sido
sugerida recientemente. La prevalencia de dicha infección en pacientes con
coriorretinopatía serosa central es de 39,7- 86,2%, más elevada aún que en la
población general. Sería razonable esperar que la erradicación de la infección
por H. pylori sea efectiva en el tratamiento de estos pacientes, pero la
información de la literatura es contradictoria. Algunos investigadores han
observado su eficacia, otros no.
Participaron 93
pacientes con coriorretinopatía serosa central aguda. Los pacientes fueron
divididos en un grupo experimental de 33 pacientes con resultados positivos de
Helicobacter pylori que recibieron tratamiento y dos grupos de control: 29
pacientes H. Pylori positivo sin tratamiento y 31 pacientes H. pylori negativos.
Se midió la agudeza visual mejor corregida, se realizó tomografía de coherencia
óptica y angiografía fluoresceínica. El seguimiento fue de dos años.
Existen varios
métodos para detectar H. pylori, algunos invasivos (requieren tejido o
mucosidad gástrica) y otros no invasivos (análisis de sangre, de aliento o
fecal).
El test de urea en
aliento se basa en la capacidad de H. pylori de descomponer la urea en sus
elementos básicos. Para esto el paciente traga una capsula de urea, si el H.
pylori está presente en el estómago, la urea se vuelve dióxido de carbono y se
detecta en el aliento, si no se encuentra dicho isotopo de dióxido de carbono
en el aliento, no hay infección. Esta prueba tiene una sensibilidad de 96,1 % y
especificidad de 100%.
De acuerdo con los
estudios publicados, la prevalencia de infección de H. pylori en pacientes con
coriorretinopatía serosa central oscila entre 39,7 % y 86,2%, pero los autores
no hacen distinción entre coriorretinopatía serosa central aguda o crónica. En
el presente estudio encontramos una prevalencia en pacientes con
coriorretinopatía serosa central aguda de 67%, 2,6 veces más que en la
población general de Ucrania (25,4%).
¿Cuál es la relación
entre ambas patologías? Recientemente se informó que H. Pylori causa isquemia coroidal
como consecuencia de la oclusión localizada de coriocapilares. Hoy sabemos que
la alteración de la circulación coroidal, la isquemia y aumento de la
permeabilidad son clave en la patogénesis de la coriorretinopatía serosa
central.
H. Pylori provoca la
liberación crónica de sustancias vasoactivadoras y mediadores inflamatorios,
produce ureasa que activa los trombocitos y aumenta la endotelina 1, la
síntesis del oxido nítrico y los niveles de óxido nítrico. Está comprobado
que estos factores inciden en la patogénesis de patologías vasculares como
ateroesclerosis, isquemia cardíaca, infarto cerebral, púrpura trombicitopenica
idiopática y anemia por deficiencia de hierro.
Observamos que la
erradicación de H. pylori provoca una disminución en la duración de la
coriorretinopatía serosa central aguda, reduciéndola a 3 meses y en la
frecuencia de recurrencia de 45,6%, como así también mejora el pronóstico
visual a los dos años: la agudeza visual aumenta 1,2 veces, hay una disminución
de la frecuencia de escotoma y de la frecuencia de metamorfopsia.
Nuestros resultados
coinciden con los de M. Rahpai-Nobar y coautores, en 2011, quienes observaron
la reabsorción del líquido subrretiniano en 25 pacientes utilizando
tratamiento de erradicación. No encontraron una mejoría de la agudeza visual
estadísticamente significativa entre el grupo experimental y los controles.
Nuestros datos, por el contrario sí revelan una mejoría en la visión del grupo
tratado contra H. pylori, a los 6 meses, al año y a los dos años. Esta diferencia
pueda estar dada porque el periodo de seguimiento de Rahpani-Nobar fue de solo
16 semanas.
La erradicación de
Helicobacter pylori es efectiva en el tratamiento de pacientes con dicha
infección y coriorretinopatía serosa central.
Lo tendremos en cuenta, en su justa medida.
OFTALMÓLOGO ESTEPONA
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