Si está leyendo esto es porque probablemente se
está planteando utilizar lentes de contacto.
Puede que también se esté preguntando si hay
alguna cuestión que deba conocer antes de abandonar sus gafas en favor de unas
lentes de contacto.
En la mayoría de los casos tiene más que ver con
preferencias personales. Al comparar la diferencia entre las gafas y las lentes
de contacto, no podemos ignorar por completo las unas en favor de las otras.
Mucha gente lleva las lentes de contacto durante determinadas horas del día,
por ejemplo para el colegio o el trabajo, y después cambian a las gafas.
También puede hacer un uso variado llevando lentes de contacto un día y gafas
al siguiente.
Observará que limpiar las lentes de contacto no
requiere mucho tiempo más que el que emplea en limpiar sus gafas. Lo más
importante es utilizar siempre solución para lentes de contacto, no agua
corriente. El agua del lavabo puede contener sedimentos que podrían acumularse
en las lentes de contacto. Y no queremos que eso ocurra.
Además, y esto es muy importante, no se meta las
lentes de contacto en la boca ni utilice saliva para limpiarlas. Estará
haciendo exactamente lo contrario al introducir bacterias.
Si no desea tener que limpiar sus lentes todas las
noches, considere la posibilidad de utilizar lentes de contacto diarias. Este
tipo de lentes se utilizan un día y después se tiran. No requieren ningún tipo
de limpieza diaria.
Millones de personas llevan lentes de contacto a
diario. A algunos usuarios principiantes les preocupa que la lente se pueda
colar detrás de los ojos. Puede estar tranquilo, esto no puede ocurrir. La
conjuntiva, la telilla transparente que cubre el exterior de los ojos, impide
que ocurra.
Sin embargo, tiene que tener siempre presente que
las lentes de contacto son productos sanitarios. Solo las puede prescribir y
dispensar un profesional del cuidado de la visión autorizado. Algunas
personas han sufrido lesiones en los ojos por utilizar las modernas lentes de
contacto para Halloween.
El maquillaje y las lentes de contacto no están
reñidos siempre que tenga cuidado al aplicar ambas cosas. Recomendamos ponerse
las lentes primero. De esta forma evitará que los aceites y otras sustancias
que contiene el maquillaje contaminen las lentes de contacto.
Siguiendo esta línea, lávese siempre las manos
antes de manipular las lentes de contacto y hágalo utilizando jabones que no
contengan perfume ni cremas hidratantes. Podría traspasar sustancias no
deseadas a sus lentes de contacto.
Estos son algunos de los problemas generales que
muchos usuarios principiantes se plantean antes de cambiar al uso de lentes de
contacto. No dude en plantear todas sus dudas a su especialista, ya que cada
persona puede tener sus propios problemas.
Si bien los lentes de contacto son
usados en forma segura por millones de personas cada día, éstos presentan un
riesgo de infección para los ojos. La infección más común relacionada con el
uso de lentes de contacto es la queratitis, una infección de la córnea (la
cúpula transparente que cubre todo el iris del ojo y la pupila).
La
queratitis puede tener múltiples causas, incluyendo el virus del herpes, bacterias, hongos y otros
microbios como la acanthamoeba, la cuál produce una infección muy difícil de
tratar). La queratitis es la complicación más grave proveniente del uso de
lentes de contacto. En casos severos, puede llevar a la cicatrización de la
córnea, dificultando la visión y haciendo necesario un trasplante de córnea.
Los
síntomas de infecciones relacionadas con el uso de lentes de contacto pueden
incluir visión borrosa, enrojecimiento inusual de los ojos, dolor en el ojo,
lagrimeo o secreción del ojo, mayor sensibilidad a la luz o la sensación de
tener un objeto extraño en el ojo. Es importante recordar que algunas de las
infecciones relacionadas con el uso de lentes de contacto pueden causar
pérdidas serias de la visión e inclusive ceguera, por lo que es importante que
vea a su Doctor de los Ojos tan pronto como sea posible para comenzar un
tratamiento.
Los
factores que contribuyen a una infección por uso de lentes de contacto
incluyen:
*Uso de lentes para uso prolongado;
*Dormir con lentes de contacto;
*Intercambio reducido de lágrimas
bajo el lente;
*Factores ambientales;
*Falta de higiene, incluyendo el
mantenimiento deficiente de estuches para lentes de contacto o la reutilización
o exceso de solución.
Un buen manejo, almacenamiento y
limpieza de sus lentes son claves para reducir el riesgo de queratitis.
El
uso de lentes de contacto genera problemas oculares, especialmente en verano.
Con el tiempo, tres de cada diez usuarios tienen que volver a las gafas o
recurrir a la cirugía
La
lente es una superficie transparente que se adapta a la superficie ocular.
Tiene poder refractivo, es decir, es capaz de desviar la luz y de corregir
problemas de graduación del ojo. La córnea tiene una curvatura para enfocar las
imágenes al fondo del ojo. Las lentillas, según la curvatura de su cara
interior, corrigen la miopía si son más planas que la córnea, corrigen la
hipermetropía si son más curvas o corrigen el astigmatismo si uniformizan la
curva de la córnea. ¿De uso diario o prolongado? No hay lentes mejores o
peores. El oftalmólogo deberá aconsejar cuál es la lentilla adecuada para cada
paciente. Es importante acudir a la consulta de un especialista.
¿Rígidas o blandas? Las duras se toleran menos horas, mientras que las blandas están hechas con materiales de alta permeabilidad al oxígeno, lo que prolonga su uso.
¿Rígidas o blandas? Las duras se toleran menos horas, mientras que las blandas están hechas con materiales de alta permeabilidad al oxígeno, lo que prolonga su uso.
¿Se puede dormir con lentillas? En general, no. Las lentillas blandas con las que se puede dormir tienen especificado este uso y están hechas de materiales especiales. Las duras, en contra, no suelen ser adecuadas, aunque hay un tipo, denominado de ortoqueratología, que se ponen sólo al dormir para aplastar la córnea y disminuir así la miopía.
¿Son aptas para el baño? No. Hay riesgo de perderlas y, lo que es peor, de que se contaminen con el cloro, por ejemplo, de la piscina. En la ducha, los champús o geles también pueden dañarlas. En el mar, el problema no es la contaminación, sino que la sal se deposite en el ojo y provoque algún tipo de irritación.
La higiene es básica. Hay que tener las manos bien limpias y guardarlas en los recipientes recetados con una solución de limpieza adecuada.
La
comercialización de las primeras lentes de contacto en los años treinta
revolucionó el mercado óptico. Setenta años después, y con permiso de la
cirugía láser, las lentillas siguen siendo la solución más generalizada para
aquellos miopes, hipermétropes y astigmatas que quieren quitarse las gafas. Sin
embargo, la mayoría desconoce los riesgos que acarrea ese gesto. Irritaciones
leves, conjuntivitis e incluso infecciones graves de la córnea son algunas de
las complicaciones asociadas al uso, no siempre indebido, de las lentes.
«Existe una tendencia generalizada a pensar que las lentes de contacto presentan escasos problemas y que pueden ser toleradas universalmente». Los datos, en cambio, dibujan una realidad diferente, aunque no alarmante, subraya el doctor. Una de cada veinte personas que utiliza lentillas tiene que acudir a la consulta médica una vez al año. En Urgencias también están acostumbrados a estos pacientes ya que atienden al día tres o cuatro casos por problemas oculares. Las consultas aumentan significativamente en verano. El aire acondicionado y los baños en playas y piscinas son malos compañeros de las lentes, que requieren de una limpieza y de unos hábitos adecuados.
El rechazo a las lentillas es, pues, más común de lo que parece. Los problemas se agudizan con el paso de los años y aproximadamente tres de cada diez usuarios tienen que dejar de utilizarlas. La sequedad del ojo, irritación, enrojecimiento y la sensación de raspado son los síntomas más comunes y los que levantan la alerta sobre un posible problema ocular.
«Existe una tendencia generalizada a pensar que las lentes de contacto presentan escasos problemas y que pueden ser toleradas universalmente». Los datos, en cambio, dibujan una realidad diferente, aunque no alarmante, subraya el doctor. Una de cada veinte personas que utiliza lentillas tiene que acudir a la consulta médica una vez al año. En Urgencias también están acostumbrados a estos pacientes ya que atienden al día tres o cuatro casos por problemas oculares. Las consultas aumentan significativamente en verano. El aire acondicionado y los baños en playas y piscinas son malos compañeros de las lentes, que requieren de una limpieza y de unos hábitos adecuados.
El rechazo a las lentillas es, pues, más común de lo que parece. Los problemas se agudizan con el paso de los años y aproximadamente tres de cada diez usuarios tienen que dejar de utilizarlas. La sequedad del ojo, irritación, enrojecimiento y la sensación de raspado son los síntomas más comunes y los que levantan la alerta sobre un posible problema ocular.
Sin embargo, no existe una fórmula matemática para determinar qué tipo de
usuarios pueden padecer problemas oculares ni tampoco al cabo de cuánto tiempo
se pueden producir. Lo que sí se sabe es que uno de los factores más
influyentes tiene que ver con la hidratación del ojo. «Una lentilla tiene que
estar sumergida en lágrima. La lente queda cubierta por delante por una
película lacrimal de dos a cinco micras de espesor, que rellena y uniformiza
sus más ínfimas irregularidades. Por detrás, entre ella y la córnea, queda otra
fina película lacrimal».
Pero los ojos empiezan a secarse con el paso del tiempo. En los primeros treinta años de vida, suele producirse tanta lágrima que las necesidades de hidratación de la lentilla quedan cubiertas. Entre los 30 y los 45 años disminuye la lubricación y con ella, la tolerancia de las lentes de contacto. A partir de los 45, los problemas oculares son más frecuentes y el riesgo de infección se multiplica. En el caso de las lentillas blandas (las más utilizadas), la hidratación es más complicada, pues las lentes actúan como esponjas que atrapan el agua y necesitan más humedad. Las alteraciones en la secreción lagrimal se conocen como ojo seco, una enfermedad que afecta en mayor proporción a las mujeres en época de la menopausia (nueve de cada diez pacientes). Las condiciones ambientales también hacen estragos. La presencia continuada de aire acondicionado en el lugar de trabajo, la exposición a sustancias contaminantes o partículas suspendidas en el aire complican la tolerancia de las lentillas que, al fin y al cabo, no dejan de ser un cuerpo extraño en una de las partes del cuerpo más sensibles.
Pero los ojos empiezan a secarse con el paso del tiempo. En los primeros treinta años de vida, suele producirse tanta lágrima que las necesidades de hidratación de la lentilla quedan cubiertas. Entre los 30 y los 45 años disminuye la lubricación y con ella, la tolerancia de las lentes de contacto. A partir de los 45, los problemas oculares son más frecuentes y el riesgo de infección se multiplica. En el caso de las lentillas blandas (las más utilizadas), la hidratación es más complicada, pues las lentes actúan como esponjas que atrapan el agua y necesitan más humedad. Las alteraciones en la secreción lagrimal se conocen como ojo seco, una enfermedad que afecta en mayor proporción a las mujeres en época de la menopausia (nueve de cada diez pacientes). Las condiciones ambientales también hacen estragos. La presencia continuada de aire acondicionado en el lugar de trabajo, la exposición a sustancias contaminantes o partículas suspendidas en el aire complican la tolerancia de las lentillas que, al fin y al cabo, no dejan de ser un cuerpo extraño en una de las partes del cuerpo más sensibles.
Al listado de recomendaciones para evitar problemas oculares derivados del uso de lentillas hay que sumar la limpieza. Una correcta higiene es fundamental para evitar infecciones. Muchos pacientes se saltan «el plan renove» de lentillas: no las utilizan de forma adecuada, ni las renuevan en el plazo indicado (hay lentillas de uso diario, mensual o de varios años). Las complicaciones pueden ser leves, una simple conjuntivitis, por ejemplo. Pero sin un tratamiento a tiempo el problema puede derivar en una infección grave de la córnea, hasta el punto de perder la vista y de requerir un trasplante (casos excepcionales).
Una de las infecciones que más preocupa en los últimos meses es la queratitis por Acanthamoeba, una patología difícil de tratar que se ha detectado en Estados Unidos, al parecer, provocada por una solución de limpieza de lentillas contaminada. La compañía Advanced Medical Optics ha retirado voluntariamente del mercado el producto, Complete MoisturePlus. En España, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps) ha sido informada por la empresa norteamericana de su decisión y aconseja a los usuarios que dejen de utilizar la solución, aunque de momento no se ha detectado ningún caso por esta enfermedad.
Ante cualquier sospecha de éste u otro problema, lo mejor es quitarse las lentes de contacto y consultar inmediatamente al oftalmólogo, que revisará su adaptación ocular para evitar cualquier patología y posibles complicaciones. «Las lentes bien adaptadas en la persona que puede utilizarlas y por un especialista siguen siendo una buena opción» para corregir los errores refractivos. Cada paciente, concluye, necesita una solución personalizada, de forma que ningún especialista puede asegurar cuál es la mejor alternativa. «Gafas, lentillas y cirugía láser van de la mano».
La
prudencia y el sentido común, van de la mano aquí, y nos orientan a dejarnos aconsejar por nuestro oftalmólogo,
que nos indicará la mejor lentilla, su desinfección, y el numero de horas de
uso de ésta, así como cuando evitarlas y optar por gafas o cirugía.
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