El glaucoma es
una neuropatía óptica compleja y multifactorial caracterizada por una pérdida
progresiva de células
ganglionares retinianas y sus axones, conduciendo a una reducción del grosor de
la capa de fibras nerviosas
retinianas.
Las alteraciones estructurales de la
papila y capa de fibras nerviosas peripapilares generalmente preceden a la aparición del daño
funcional glaucomatoso detectable mediante perimetría. La identificación precoz
de dichas alteraciones es de vital importancia
para frenar el desarrollo de esta enfermedad de tan graves implicaciones. En los últimos años hemos asistido a la
aparición de nuevos métodos encaminados al estudio morfológico de las estructuras
retinianas donde se origina el daño glaucomatoso. Estas nuevas tecnologías
ofrecen objetividad, rapidez y
reproducibilidad.
En este artículo se ofrece una
descripción de la tomografía de coherencia óptica (OCT) como método de utilidad para el
diagnóstico precoz y seguimiento del glaucoma. Se describen los principales
protocolos de análisis en glaucoma y se efectúa una correlación
entre los datos que nos proporciona la OCT y el daño glaucomatoso en su doble vertiente estructural y
funcional ilustrados al final del documento con varios casos clínicos.
La tomografía de coherencia
óptica, conocida como OCT por su acrónimo en inglés, se ha popularizado en los
últimos años como una herramienta casi imprescindible para el diagnóstico o la
confirmación de diversas patologías de la visión, y muy especialmente del
glaucoma, debido a la información precisa y cuantitativa que se puede lograr
con su uso. «La OCT nos permite mejorar el diagnóstico precoz, un detalle
esencial para abordar el glaucoma en sus fases tempranas», resume la doctora
Isabel Canut, coordinadora del departamento de glaucoma del Centro de
Oftalmología Barraquer, en Barcelona. El problema del glaucoma es que no se
manifiesta en forma de síntomas hasta que ya está bastante avanzado y es más
difícil actuar.
El glaucoma, cuyo origen es un aumento
de la presión intraocular, a menudo por una causa genética, se caracteriza por
la pérdida progresiva de las fibras nerviosas del nervio óptico. Por regla
general, se manifiesta con una pérdida gradual de la visión periférica, es
decir, el ángulo de visión entre los afectados se va reduciendo y solo
conservan la zona central, como si vieran a través de un tubo. Aunque hay casos
congénitos, suele aparecer a los 40 años y se generaliza a partir de los 60,
con una prevalencia a esas edades de más de dos casos por 100 habitantes.
Salvo casos excepcionales en los que
intervienen la propia morfología del ojo, el glaucoma no se cura, pero sí puede
convertirse en una enfermedad crónica que se trata con la ayuda de gotas
oftalmológicas, láser e incluso cirugía. Un diagnóstico tardío o un mal
tratamiento pueden concluir en ceguera total. De hecho, el glaucoma es la
segunda causa de ceguera en el mundo occidental después de la degeneración
macular. «La detección precoz permite cambiar el curso evolutivo de la
enfermedad», resume la especialista.
La OCT es una técnica no invasiva
(se trata de un haz lumínico que no afecta lo más mínimo al ojo) y además
muy rápida (menos de cinco minutos por paciente) «que proporciona mapas de
sección transversal in vivo del
tejido estudiado» . Utiliza un concepto conocido como interferometría de baja coherencia que ofrece una
penetración lumínica en milímetros (entre 2 y 3 milímetros en el tejido
estudiado) con resolución axial y transversal en escala micrométrica. «En
términos coloquiales -prosigue Canut- es como un TAC que permite hacer unos
cortes ficticios de lo que queremos analizar». En el caso del glaucoma, lo que
se analiza son el nervio óptico y la capa de fibras nerviosas de la retina
(CFNR), que en las primeras fases de la enfermedad sufren un adelgazamiento,
«así como las estructuras del ángulo camerular del segmento anterior».
La OCT es de gran utilidad, «porque muchas veces resulta difícil en la exploración biomicroscópica tradicional definir cambios y posibles pérdidas» de las fibras nerviosas. Por este motivo, «cada vez hay una mayor tendencia a complementar el examen clínico con pruebas de imagen como la OCT», añade la doctora. La evaluación de la CFNR y la papila óptica por medio de la OCT es el método más usado para el diagnóstico y el seguimiento del glaucoma, «pues ofrece una valoración cuantitativa, objetiva y de alta resolución».
La OCT moderna ofrece
información numérica sobre el grosor de las CFNR. También incorpora un software que contiene una amplia base de datos que
se utiliza para comparar la información medida en cada paciente con la de
sujetos sanos, «marcando así los límites entre lo normal y lo patológico». En
este sentido, otra ventaja de estas pruebas llamadas estructurales (porque analizan la estructuras
anatómicas) es el poder disponer de una valoración objetiva y personalizada de
cada paciente. «A menudo, tenemos sospechas sin confirmar, y salimos de dudas
con la OCT».
Como limitaciones de la OCT en el
diagnóstico del glaucoma, a aquellas personas cuyas papilas ópticas tienen un
patrón morfológico distinto de lo esperado -sin que necesariamente sea
patológico-, «como quienes tienen una gran miopía y su papila adquiere una
disposición oblicua». El software está
definido con un patrón de nervio óptico «que se podría catalogar como estándar,
sin permitir análisis de variantes anatómicas».
En la actualidad, los únicos tratamientos disponibles son
aquellos que disminuyen la presión intraocular. Para disminuir la presión
ocular es posible recurrir a medicamentos, láser o cirugía. El tratamiento debe
realizarse de por vida. El glaucoma se puede controlar, pero por el momento no
existe cura.
Cuando se elige la medicación, generalmente se indican gotas
oftálmicas. Algunas de las gotas deben usarse una vez por día, mientras que
otras requieren que la aplicación de la dosis sea de dos o tres veces por día.
Se ha demostrado que el láser tiene la misma efectividad
como primer tratamiento que las gotas oftálmicas. Se trata de un procedimiento
simple, en su mayor parte indoloro y rápido capaz de controlar la presión
ocular por un período de hasta 5 años en algunos pacientes.
Se encuentran disponibles diversas cirugías, y continuamente se están desarrollando y evaluando cirugías nuevas. La mayoría están reservadas para los pacientes con glaucoma más avanzado, pero algunas de las cirugías más nuevas son lo suficientemente seguras como para usarlas en etapas iniciales de la enfermedad.
La elección del tratamiento depende de muchos factores
exclusivos de cada paciente, y se deben analizar con el médico. Un tratamiento
correcto normalmente ofrecerá protección ante la pérdida adicional de la vista.
Al enfrentar un diagnóstico reciente de glaucoma, es una
pregunta la que, ante todo, surge en la mente de cada paciente: “¿Me quedaré
ciego?”
Por fortuna, para la mayoría de los pacientes la respuesta es
“no”. La ceguera es una consecuencia del glaucoma pero ocurre de manera
relativamente infrecuente. Existen alrededor de 120.000 casos de ceguera en los
Estados Unidos y 2,3 millones de casos de glaucoma. Esto representa
aproximadamente el 5 de los pacientes con glaucoma. Sin embargo, el
deterioro de la visión es más frecuente y se da en el 10 de los
pacientes, aproximadamente.
La pérdida de la visión puede producirse aun con el mejor
tratamiento. A pesar de este dato aleccionador, un tratamiento y seguimiento
correctos estabilizarán a la gran mayoría de los pacientes con glaucoma. Un
factor importante en el tratamiento de su glaucoma es usted. Mediante el uso
correcto y continuo de las gotas oftálmicas, es más probable que el resultado
sea favorable.
Enfermedad silente y progresiva en el 80% de los pacientes.
Disponemos de los medios, si se actúa con prontitud. Y disponemos de una
tomografía que es nuestro mejor aliado para el diagnóstico y la progresión de
ésta. Pero, hay poco escrito; del glaucoma todavía no sabemos el porqué de el.
OFTALMÓLOGO ESTEPONA
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