El ruboxistaurin, una alternativa en el edema macular diabético
La
diabetes mellitus (DM) se incrementa progresivamente a nivel mundial, y ya en
muchos países constituye un verdadero problema de salud. Las
complicaciones microvasculares y macrovasculares tienen una elevada morbilidad,
y son responsables de invalidez y muerte en las personas que padecen esta
enfermedad.
Entre
las complicaciones microangiopáticas más frecuentes de la DM, se citan la
retinopatía diabética (RD) y el edema macular diabético (EMD), complicaciones
que causan compromiso visual relevante. El EMD puede ocurrir en
cualquiera de los estadios de la RD, y su prevalencia se incrementa en los más
avanzados. Aproximadamente entre un 10 y un 15 % de las personas con DM,
presentan EMD, y su incidencia aumenta con el tiempo de duración de esta. El
EMD es la causa principal de baja visión y ceguera legal en el mundo
desarrollado.
El
tratamiento del EMD incluye control metabólico optimizado, fotocoagulación con
láser, fármacos antiangiogénicos y vitrectomía. Sin embargo, los procederes
antes mencionados no han proporcionado los resultados esperados.
Entre
las consecuencias no deseables de la hiperglucemia se cita, el incremento de la
actividad de la proteína quinasa C (PKC), alteración que contribuye a la
disfunción vascular en la personas con DM.
La
disfunción endotelial, las moléculas de adhesión y los marcadores de
inflamación, constituyen factores importantes y tempranos en la patogenia de
las complicaciones vasculares (microangiopáticas y macroangiopáticas) en las
personas con DM. También,
se considera que la activación de la PKC desempeña un papel importante en el
desarrollo de complicaciones de la DM, incluyendo las oculares. Actualmente es
considerada un marcador de riesgo, lo que ha motivado el interés por ella.
Estudios
experimentales informan que la actividad de la PKC y los niveles de
diacilglicerol (un activador de estas) se incrementan después de una exposición
del tejido vascular a niveles altos de glucosa en sangre. Las isoformas beta y
gamma han sido identificadas como las predominantes activadoras en el tejido
vascular en respuesta a la hiperglucemia. En situaciones de hiperglucemia se
produce un descenso del óxido nítrico derivado del endotelio, debido a una
activación de la proteína quinasa C-ß (PKC-ß), lo que conlleva a una
disminución de la capacidad de vasodilatación. La
PKC-ß juega un importante rol en la regulación de la permeabilidad vascular a
nivel de las células endoteliales, y estimula al factor de crecimiento del endotelio
vascular (VEGF).
En
estudios realizados en animales transgénicos, en los que se sobreexpresa la
PKC-ß, se ha observado el desarrollo de anormalidades en el tejido vascular
similares a las descritas en el humano. También, la actividad de la PKC se incrementa
después de la exposición de las células del endotelio vascular al estrés
oxidativo, otro mecanismo implicado en el desarrollo y progresión de las
complicaciones microvasculares de la DM.
La
activación de la PKC causa numerosos cambios celulares, incluyendo un
incremento de los niveles de proteínas matrices (colágeno y fibrina) y un
aumento de los mediadores vasoactivos, los que actúan a nivel del endotelio. Entre
los cambios descritos se incluyen: engrosamiento de la membrana basal,
incremento de la permeabilidad vascular y alteraciones del flujo sanguíneo
retinal. La actividad de las múltiples isoformas de PKC (alfa, beta 1, beta 2 y
gamma) está aumentada en los tejidos vasculares en las personas con DM, sin
embargo, algunos estudios sugieren que la PKC- ß1 y ß2 son el principal
mediador de las complicaciones asociadas con la hiperglucemia. Se ha
observado que estas son activadas por una señal emitida por el VEGF, que es un
importante mediador de la neovascularización secundaria a la isquemia retinal y
del EMD. Por
el contrario, la inhibición o ausencia genética de ella disminuye la incidencia
de aparición de estas complicaciones.
Lo
señalado anteriormente sugiere, que la administración temprana de un inhibidor
de la PKC en personas con DM, pudiera mejorar el flujo sanguíneo retinal y
evitar la aparición de estas complicaciones. Todo esto ha dado lugar a que se
investiguen fármacos con acción inhibidora de la PKC, entre los que se
encuentra el ruboxistaurin (RBX). Se ha descrito que este fármaco es capaz de reducir
la adherencia de los macrófagos a las células endoteliales, disminuir la
inflamación local al inhibir las citokinas inflamatorias, y aumentar la
capacidad antioxidante de las células.
El
RBX es un inhibidor selectivo de la PKC con una adecuada biodisponibilidad,
lo que permite su administración por vía oral. Es un inhibidor específico de
las PKC- ß1 y ß2, y puede impedir y/o revertir las complicaciones
microvasculares en animales de laboratorio con hiperglucemia inducida; también
es capaz de bloquear la neovascularización asociada a la isquemia retinal, e
inhibir el efecto sobre la permeabilidad retinal del VEGF y el crecimiento de
las células endoteliales.
Aiello y otros realizaron un ensayo clínico (fase II) en el que
utilizaron RBX en personas con RD no proliferativa leve y EMD, y observaron que
este fármaco era bien tolerado, y además, fue capaz de revertir las
alteraciones del flujo sanguíneo retinal. Otros resultados iniciales de un ensayo
clínico fase III, aleatorizado, a doble ciegas, durante un período de
seguimiento de 3-4 años, demostró que la administración 32 mg diarios de RBX
previno la progresión de la RD y redujo el riesgo de pérdida visual causada por
el EMD, sin causar efectos indeseables relevantes, sin embargo, no fue capaz de
eliminar los daños ocasionados por la RD.
La American
Academy of Ophthalmology, en 2006, publicó un artículo acerca de
un estudio realizado en personas con RD, a las que se le administró una dosis
oral diaria de 32 mg de RBX durante un año, y demostraron reducción
significativa de la pérdida visual, disminución de su empeoramiento, reducción
de la progresión del EMD y de la necesidad de tratamiento con láser.
En
2007, Aiello y
otros publicaron otro estudio multicéntrico, aleatorizado, a doble ciegas,
placebo-control (RBX 32 mg), dirigido a evaluar la progresión del EMD, la
disminución de la pérdida visual y la necesidad de tratamiento con
fotocoagulación, en un período de 3 años, y comunicaron resultados positivos,
aunque estos no fueron altamente significativos al comparar el grupo estudio
con el grupo control.16 Claramunt, por
su parte, en 2009, menciona el uso del RBX, y refiere no haber encontrado
diferencias significativas en la progresión de la RD con su uso en los
pacientes estudiados. Más reciente, en 2011, se dan a
conocer los resultados de un estudio fase III, aleatorizado, a doble ciegas,
controlado con placebo, a largo plazo, y el que utilizaron 32 mg/día de RBX en
personas con pérdida moderada de la visión con RD no proliferativa severa y
EMD, y confirmaron la reducción del riesgo de pérdida visual en los que
estuvieron más tiempo recibiendo este tratamiento.
El
uso de los inhibidores de la PKC abre nuevas perspectivas en la prevención y el
tratamiento del déficit visual por RD y EMD, sin embargo, pensamos que los
estudios realizados hasta el momento son insuficientes para llegar a
conclusiones valederas. Deben continuarse realizando los estudios a largo plazo
para definir su costo/beneficio.
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