Antes o después le llega a todo el mundo. La presbicia, más conocida como vista cansada, es uno de los tributos que tenemos que pagar por vivir más años. Con la edad, el cristalino (una lente elástica situada detrás del iris) se va endureciendo y perdiendo elasticidad, lo que lleva a la disminución de la capacidad de enfocar de cerca.
Hace unas décadas, las posibilidades de corrección se limitaban a las gafas de media luna. Con el tiempo, las opciones se han multiplicado y una simple búsqueda en internet arroja un aluvión de ofertas de curación definitiva y con total seguridad. Sin embargo, los especialistas serios señalan que, cuando se realizan procedimientos intraoculares o con láser, el riesgo cero no existe. Estos son los principales métodos disponibles hoy:
Gafas progresivas
La utilización de lentes es la elección más conservadora y, por lo tanto, segura. Uno de los inconvenientes clásicos es la esclavitud que supone para muchas personas pasarse el día poniéndoselas y quitándoselas para ver de cerca y de lejos. Este engorro se empezó a solucionar con la introducción de las gafas bifocales.
Pero, además de ser antiestéticas (por el corte central que divide el cristal), no resultaban demasiado prácticas. Aunque es cierto que miramos hacia abajo para ver de cerca y hacia arriba para lejos, lo hacemos de una forma gradual. Además, también necesitamos la visión intermedia.
Por eso, el siguiente avance óptico fueron las gafas progresivas, que no presentan líneas de transición entre la visión a distancia, intermedia y próxima. Ahora se diseñan según la fisiología del ojo, mientras que antes era éste el que se tenía que adaptar.
Se hacen a la medida de cada persona, teniendo en cuenta parámetros como la distancia de la montura respecto al ojo o lo que se conoce como ergonomía postural, es decir, cómo se mueven los ojos y la cabeza. Al fin y al cabo, no todo el mundo mira de la misma forma. Asimismo, se mide el centro de rotación del ojo (el radio de la esfera ocular) y el diámetro pupilar (que se hace más pequeño a medida que envejecemos). Podemos diseñar las lentes mediante lo que se conoce como frente de onda, que permite filtrar las aberraciones [distorsiones] de la visión.
Lentillas
Quienes no se resignan a utilizar gafas durante todo el día pueden alternarlas con lentes de contacto progresivas, que también se adaptan a las necesidades según la distancia de visión.
Lentes intraoculares
Existe ya una amplia experiencia en la realización de un procedimiento que, es la técnica quirúrgica más segura pero, como es intraocular, es también compleja. Se trata de la colocación de una lente multifocal en vez del cristalino. Corrige los problemas de visión a todas las distancias y se suele poner en práctica cuando existe una catarata que hace que el cristalino se vuelva opaco.
En esos casos, se solventan de una vez los dos problemas: la catarata y la vista cansada. Pero en los últimos años también ha empezado a utilizarse antes incluso de que aparezcan las cataratas.
En ese supuesto ofrecemos este método, pero somos muy cuidadosos porque es una cirugía que no está exenta del riesgo de infección, aunque es muy poco frecuente: menos de una de cada 10.000 personas intervenidas.
Otros especialistas se muestran más reacios a aplicar esta técnica cuando el afectado sólo tiene presbicia. En mi opinión, es mejor no tocar el cristalino si no hay catarata . El peligro de infección es muy reducido, pero al que le toca la china, le toca. En todo caso,cuando surge este problema, se puede tratar eficazmente. Además, el grado de satisfacción tras este procedimiento es muy elevado.
En casi ningún caso permiten una independencia total de las gafas. Quienes se operan aún tienen que usarlas entre el 15% y el 20% de su tiempo para detalles muy finos como leer una letra muy pequeña con poca luz.
Láser
Los especialistas discrepamos en cuanto a la elección del método más adecuado para abordar la vista cansada, pero coincidimos en recelar de la utilización del láser para solucionar el problema. La principal razón por la que no lo recomiendan es que todavía no existen suficientes estudios que avalen su eficacia y seguridad.
Este método consiste en tallar la córnea de tal forma que una parte enfoque para lejos y la otra para cerca. Es irreversible, mientras que la lente intraocular siempre se puede extraer en caso de que surjan complicaciones.
El láser ha revolucionado la corrección de otros defectos de la visión, pero "no va demasiado bien para la presbicia". Puede provocar problemas "de deslumbramiento y empeorar la visión de lejos". Por otro lado, "la franja de graduación que corrige es muy corta".
A esto hay que añadir, que no vale para cualquier persona: "Sólo sirve para quien tenga una presbicia estable y ya se haya operado de cataratas". Si no, el resultado variará cuando aumenten las dioptrías o el cristalino se vuelva opaco.
El láser también puede emplearse para generar la denominada monovisión: se gradúa un ojo para ver bien de cerca y otro para ver de lejos y es el cerebro el que selecciona automáticamente cuál se necesita en cada situación. Es una opción aceptable, pero no todos los pacientes se adaptan a ella.
En la CLINICA OCULAR ESTEPONA, ofrecemos las 4 posibilidades. A cada paciente, la suya.
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